Por Lic.
Graciela C. Polti
polti@ciudad.com.ar |
Desocupación,
Oportunidad y Teletrabajo |
Con
el Teletrabajo la sociedad que se ve favorecida
por una diferente modalidad laboral que
aporta OPORTUNIDADES de facilitar puestos
de trabajo en un momento de CRISIS el cual
requiere de "nuevas" perspectivas
acordes a las actuales circunstancias. |
Los
medios periodísticos y la mirada gubernamental
sobre la desocupación, focalizan la atención
de esta problemática en la gran dificultad
que atraviesan el desocupado y la familia que
de él depende, en relación a la
falta de recursos económicos que padece,
para cubrir los requerimientos imprescindibles
para su subsistencia. De allí que se
hable de las "necesidades básicas
insatisfechas" que surgen, en algunos casos,
como consecuencia.
Si
bien ésta es la cruda realidad de mucha
gente (cada vez más), las panzas quejosas
y dolientes de hambre o en vías de poder
serlo, no permiten evaluar otras "necesidades
básicas que también quedan insatisfechas"
y que también generan consecuencias.
La
desocupación no sólo trae hambre,
sino también incertidumbre, ansiedad,
propensión a enfermedades -por el compromiso
corporal que se pone en juego-, problemas de
convivencia con la familia y el entorno social,
vaivenes en la identidad del desocupado, etc.
Un profesional (1) nos alerta también
sobre la pérdida del "compromiso
en la acción cívica y comunitaria",
es decir sobre las secuelas "sociales"
que trae consigo la desocupación en el
sujeto desocupado. Otros (2), destacan la pérdida
de conciencia que existe sobre la violación
cotidiana de un "derecho humano",
el derecho a trabajar. Esta otra mirada sobre
esta temática no solamente no quita peso
a las anteriores y a sus respectivas consecuencias,
sino que, por el contrario, la enriquece con
el aporte de otra perspectiva.
La
modalidad de TELETRABAJO -o trabajo descentralizado
o a distancia-, como redunda en beneficios tanto
para el Teleempleador como para el Teletrabajador,
enriquece a la sociedad que se ve favorecida
por una diferente modalidad laboral que aporta
OPORTUNIDADES de facilitar puestos de trabajo
en un momento de CRISIS el cual requiere de
"nuevas" perspectivas acordes a las
actuales circunstancias. El TELETRABAJO, cualquiera
sea el área que involucre, se posiciona
como una de las OPORTUNIDADES a descubrir.
La
desocupación es entendida como proceso,
como pasaje y no como una circunstancia estática
(4). Si los desocupados no comienzan a verla
también como un proceso en vez de considerarla
una situación irremediable, quedan enquistados
en un primer momento de duelo interminable perdiendo
y perdiéndose en este posicionamiento.
Pensarse
como TELETRABAJADOR significa, una apuesta muy
importante por parte del sujeto que desee incluirse
en ella, ya que implica "RE-CREARSE"
en tanto debe tener presente la diferente modalidad
que propone y los diversos recursos que el sujeto
debe re-crear para integrarse a esta modalidad
laboral. En esta "creación de uno
mismo", la identidad está puesta
en juego, punto que no es menor en función
del peso que tiene en el proceso de elaboración
psíquica. Crearse, en algún aspecto
junto a la necesidad del ser humano de estar
acorde a la altura de las circunstancias que
le toca vivir, implica un "yo soy"
con características nuevas para las cuales
hay que crear nuevas formas de proceder.
Los
avances tecnológicos, internet, el contexto
mundial y nacional en el que el trabajo se ubica
y la plasticidad de nuestro psiquismo, nos llevan
a re-posicionarnos, es decir, re-crearnos permanentemente,
lo cual nos compromete fuertemente, ya que nuestros
aspectos viejos deben convivir y dejarse "reciclar"
por nuevos aspectos que debemos incorporar.
Y todo esto debe realizarse con la mayor armonía
posible.
El
teletrabajo es una modalidad que apunta no sólo
a desocupados o subocupados sino también
a los que poseen una fuente segura de trabajo
y necesitan incluir otra, o la necesidad de
replantearse su modalidad "tradicional"
de hacerlo. También, es muy provechoso
para aquellas personas que por diferentes motivos
prefieran o no puedan desplazarse diariamente
hacia oficinas. Por ejemplo, por tener hijos
muy pequeños o tener algún impedimento
físico -temporal o permanente- que le
dificulte trasladarse en un país donde
las barreras arquitectónicas ponen más
barreras a las ya padecidas por algunos ciudadanos
para la realización de algunas actividades
laborales que no requieren imprescindiblemente
del traslado a diario para su óptima
realización.
El
sujeto debe encontrarse no sólo con los
factores externos que marcan el camino a seguir,
sino primera y principalmente consigo mismo,
con sus intereses, habilidades y debilidades
a fin de hacer una adecuada elección
del sector o área al que se dedicará.
Los profesionales que han trabajado con grupos
de desocupados o subocupados (2) puntualizaban
sobre lo improductivo que es el famoso "trabajar
de lo que sea", ya que si bien esta actitud
parecía abrir una gran cantidad de oportunidades
laborales, contrariamente a ello, los paralizaba
haciendo infructuosa su búsqueda laboral.
El
trabajo permite, entre otras cosas, mantener
cierto equilibrio emocional, mantener lazos
sociales y familiares, sentirse reconocido por
una tarea, reconocerse a través de ella,
así como consolidar su identidad. Esta
última, lejos de establecerse a una determinada
edad, como sucede con nuestra estatura, sigue
elaborándose para estar acorde a los
cambios internos y externos que nos afectan,
ya que es proceso constante en la vida de un
humano. Nuestra faceta laboral ofrece uno de
los aspectos que forman parte de nuestra identidad,
afectándola cualquier cambio que en aquella
se produzca.
La
pérdida de trabajo reinstala la necesidad
de elaborar un duelo (todos, irremediablemente,
atravesamos duelos a lo largo de la vida). Tal
pérdida orienta a un cambio que promueve
a un sujeto a su reposicionamiento. Los cambios
que comprometen a un sujeto, ya sea directa
o indirectamente, sean positivos, negativos,
sorpresivos o buscados, todos requieren de un
proceso de elaboración psíquica
para poder ser incorporados a nuestro dinamismo
psíquico sin que resulten traumáticos.
"Yo debo ser asumiendo que ya no lo tengo
(a mi trabajo)".
En
estos delicados días que nos toca vivir
los medios de comunicación descubrieron
que la palabra "CRISIS" abarca no
sólo un aspecto negativo, sino que a
la vez significa la posibilidad de descubrir
OPORTUNIDADES. Y este es el punto: reconocer,
con el tiempo, que algo se perdió, asumirlo
como tal y descubrir que sólo es posible
que algo ingrese, tenga espacio en la vida si
existe un "lugar vacío". Ese
"lugar vacante", aquel que desestabilizó
el equilibrio del sujeto en un principio, es
el mismo que, posteriormente, le generará
la oportunidad de que algo nuevo surja y se
incorpore, provechosamente, a su vida.
Este
segundo momento marca la diferencia entre quienes
no pueden visualizar las oportunidades y la
de aquellos que, aún en medio de circunstancias
adversas y después de un primer tiempo
de elaborar el shock que resulta de quedar desempleado,
logran percibir que existen oportunidades que
deben descubrir.
Las
oportunidades son "novedades" y lo
"nuevo" más allá que
sea deseado, genera ansiedad a nuestro aparato
psíquico, por el aspecto desconocido
que en él existe. Recordemos hechos de
nuestra vida, como el primer día de clases
de primaria, por nombrar algún ejemplo.
Aquél acontecimiento provocaba sentimientos
sumamente ambivalentes. A la vez, la tristeza
y orgullo de "dejar" (perder irremediablemente)
el guardapolvo a cuadritos para "ganar"
otro guardapolvo, el "blanco" el de
los "grandes", con todo lo que estas
vestimentas-símbolo significan cultural
y subjetivamente: deseo, orgullo, temor, ansiedad.
Todo,
producto de un mismo hecho. Pasan los años
y los aspirantes a 1º grado (o como se
lo denomine) que atraviesan este pasaje pasan
por esta situación con esta ambivalencia.
Por supuesto, cada uno lo hace desde y a partir
de sus posibilidades subjetivas, lo que lleva
a algunos a vivir ese momento con más
orgullo y a otros a vivirlo con más temor.
En
el seminario de TELETRABAJO que realiza el CTT
junto al Colegio de Graduados en Ciencias Económicas,
resaltan y trabajan, entre otras tantas conceptualizaciones,
este mismo punto. No casualmente la misma recomendación
la realizan los especialistas de marketing a
sus asesorados (3). El placer que significa
trabajar en algo que se desea debe incluirse
en toda forma sana de trabajo, cualquiera sea
la modalidad que se elija.
Desocupación
- crisis- oportunidades
- Por qué no pensar y pensarse en el
TELETRABAJO?
(1)
Consecuencias psicopatológicas del desempleo
y la precarización. "Me ven trabajando,
luego existo" Por Norberto Abdala Página
12, Año 2000.
(2) Para una clínica de la desocupación,
entendida como trauma social. "Yo no soy
ni joven ni viejo ni nada" Por Elina Aguiar,
Nora Araujo, Silvia Caminos, Mónica Guerdile,
Rosa Gremes y Carolina Lecman (pertenecientes
a la APDH). Página 12 año 2001.
(3) "Marketing para arquitectos" Arq.
Sergio Corian, 3º edición, Abril
de 1998, Bs. As. Argentina.
(4) Reflexiones sobre la psicopatología
del duelo por la pérdida del empleo "Mi
trabajo murió y yo estoy velándolo"
Por Guillermo Ferchstut, Página 12, Año
2000.
Graciela
Pólit, Lic. en Psicología, Coordinadora
de la Defensoría Don Bosco, de niñas,
niños y adolescentes; Co-directora del
proyecto de capacitación en DDHH Congreso
Multidisciplinario "Para que los niños
puedan ejercer sus derechos"-Cdad. de Bs.
As. -Argentina, Septiembre/1999, Octubre/2001,
Eento avalado por prestigiosos organismos e
instituciones que apoyan la difusión
y capacitación de ddhh, entre las que
se encuentra la declaración de interés
académico que brindó la facultad
de ciencias sociales y psicología de
la u.b.a. y el auspicio del CTT.
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